Es tu última oportunidad, y lo sabes. El último punto que puede decidir tu vida, tu fama y fortuna. Aún así, sigues confiado, aunque jadees y apenas puedas respirar. Has tratado de asegurar este partido por completo. Además, has trabajado mucho para llegar aquí, y lo demuestras en el punto más importante. Pero no es suficiente. Le echas una mirada al marcador y te desplomas. El mundo perdió el sentido total en pocos segundos. Sin saber qué hacer, empiezas a llorar. Todos se te acercan a preguntar que te sucede. Mas lo que menos quieres hacer ahora es enfrentar el sabor de la derrota. Lo más inexplicable es que el dinero que le diste al árbitro no sirvió de nada.
A mis imaginarios lectores: Sorry por ausentarme estos días. Le echaré la culpa a los exámenes, a pesar de que todo fue toda mía : )...y de mis profes malévolos, claro.
*Domina
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Foto de Flickr. Usuario que la hizo tan maravillosa :
nacente
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