sábado, 4 de septiembre de 2010

Éste no es un cuento de hadas.


Había una vez una princesa que vivía en un castillo del pueblo “Villa Surko”. Ésta princesa era una jovencita de diesciseis años a quien la protegían unos reyes muy estrictos pero a la vez muy liberales. Ella había vivido toda su vida fantaseando con ese príncipe azul que la venga a rescatar y se la lleve a un lugar donde sólo habitarían ella y su amor.

No obstante, venían sapos tras sapos, máscaras tras máscaras, y la princesa nunca estuvo satisfecha.

El primer príncipe que vino a tratar de conquistar su corazón fue “Sir. deportín.” Éste no era un príncipe azul, sino un príncipe verde debido a que estaba lleno de esperanzas.
Éste hombre tenía tanta simpatía como habilidad en el deporte. Era el mejor jugador de Futbolking de su reinado. A pesar de que a ella no le gustaba el deporte, él y la princesa compartían muchas cosas en común y eso hizo que ella se sintiera un poco bien con Sir. deportín.
Pasó un mes, él la cortejaba, ella se dejaba cortejar, y ambos cayeron en una relación. La princesa fue un poco feliz mientras que él estaba lleno de ilusiones y promesas. Sin embargo, a pesar de todo el cariño que éste príncipe le tenía a ella, la princesa decidió acabar con ésta unión, ya que se dio cuenta de que ella no sentía más que un agrado hacia él y más aún cuando se dio cuenta de que Sir. deportín no era azul, sino verde.

Así fue como llegó un nuevo príncipe a su vida, el príncipe rojo. Su nombre era Sir. Creidín. Éste hombre tenía a todas las chicas a sus pies debido a su apariencia perfecta de galán, sin embargo nunca quería nada con ellas. Conocía a la princesa desde hace mucho tiempo, pero no la veía desde entonces. Hasta que por el mismo círculo de amigos se encontraron denuevo. Él hizo uso de todas sus artimañas para conquistarla pero ella se hacía la indiferente. La verdad, a ella le gustaba jugar ese juego de indiferencia, la hacía ver interesante. Pero claro, debido a que Sir. Creidín era perfecto, ella cayó.
Aquel príncipe la llenaba de palabras y promesas, pero seguía siendo un príncipe rojo, es decir apasionado pero nunca completamente fiel. A la princesa no le gustaba el hecho de que éste hombre sea un poco mentiroso y tan orgulloso de sí mismo. Entonces, ella terminó su amor y sobretodo porque la princesa no lo quería de verdad.

Entonces llegó un tercer príncipe, Sir. Graciosín, más conocido como el príncipe amarillo. Éste príncipe era un gran amigo de ella a pesar de que él siempre estuvo enamorado de la princesa secretamente. Cuando ella se dio cuenta de esto, a pesar de que Sir. Graciosín más parecía un arlequín que un príncipe, ella le dio una oportunidad. Nunca faltaron las risas, pero si faltó la pasión y el cariño por parte de la princesa. Él la quería pero a ella sólo le agradaba. Pasó un poco de tiempo y el príncipe amarillo se cansó y decidió acabar con la relación. A ella le dolió un poco debido al golpe a su orgullo, pero lo superó rápidamente. Como dije, nunca lo quiso en verdad.

Pasó un poco de tiempo, la princesa se encontraba sola y no esperaba a nadie. Estaba bien pero algo le faltaba. Después de tres sapos fallidos, la princesa creía que lo que había tenido con esos “príncipes” era lo que tendría con todos los demás. Ella ya no creía en el príncipe azul. Nunca había sentido un amor real.
Cuando entonces, sonaron campanas. DING DONG.
Y ella lo vio.

Era este príncipe encubierto disfrazado de hombre común, le decían “el hombre gris.” Pero a pesar de que éste era su apodo, ella no lo veía así. Ella se acercó despacio y lo miró a los ojos, había sufrimiento en ellos. Ella nunca supo bien la razón de aquella tristeza, quizás era simplemente así. Y, a pesar de que muchos decían que esto era malo, ella amaba esa tristeza. La amaba tanto que la hizo suya. Lo miraba, lo amaba, lo deseaba.
Ella enloqueció completamente por éste hombre. Nunca antes se había sentido así.
Éste “hombre gris” también había enloquecido por ella, pero en secreto. Se hicieron amigos y tuvieron largas y perfectas charlas donde se conocían cada vez más.
Ella se sentía viva, enamorada, feliz.
Sin embargo, algo raro había en ésta situación. El hombre gris era tan gris que no se permitía ser feliz. Y aunque ella le mandaba mil señales de su amor, él creía que ella no lo amaba.
Ella hizo de todo, hasta lo imposible, hizo locuras, hizo canciones, le gritaba que estaba enamorada, pero él, como una roca.

La princesa no entendía la razón de esto. Ella enloquecía cada día más y más. Hasta que después de un año no pudo más y le preguntó: “¿Te gusto?”
Él no le contestó y ella pasó la semana más larga e intranquila de su vida. La princesa lloraba y lloraba en cada esquina, todo el pueblo observaba su tristeza.

Hasta que de pronto, el hombre gris se vistió de príncipe azul y con su armadura fue al castillo de la princesa. Los reyes observaban a lo lejos el cuento de hadas en el que ambos estaban envueltos. Ellos salieron, él le puso a la princesa su armadura para protegerla y ella no pudo sentirse más feliz. La princesa lo miraba a los ojos y ambos sonreían, la noche caía y el mundo de pronto parecía detenerse.
Fue entonces cuando el príncipe azul le dijo a la princesa que nunca quería perderla, que siempre quería tenerla a su lado y que no quería que ella le dejara de hablar algún día.
Ella dijo que eso sería imposible, pero que no entendía del todo. ¿Por qué tendría que pasar eso?
El príncipe se puso muy nervioso y su corazón comenzó a latir más de lo normal, y de repente le dijo que la amaba.

El mundo se paró.

Pero en cuestión de segundos, antes de que ella pueda responderle que lo amaba también, vino un enorme dragón del un pueblo llamado “miedo” donde su escudo era “la distancia.” Y donde se cantaba una melodía que decía “son muy diferentes.”
El príncipe trató de combatir al dragón pero éste era muy fuerte y atacó a ambos robándoles el corazón. Ambos lucharon pero no pudieron contra esa enorme situación.
El dragón atacaba y atacaba hasta derrumbar un castillo de sueños que ambos habían construido.
Hay veces en el que el amor no puede vencerlo todo.
Entonces ambos, descorazonados, se miraron. Ella le dijo lo que sentía, pero de alguna forma, las cosas ya no eran las mismas. Tenían mucho miedo a que el dragón venga y ambos quedaran muertos el uno para el otro.
Entonces lo dejaron de una manera en la que no pudieran perder ni ganar, lo dejaron en quererse siempre pero nunca estar juntos, porque si eso pasara, ellos estaban completamente seguros de que el dragón iba a terminar por vencerlos y acabar con lo que tenían.
Así fue como el príncipe azul la dejó en su castillo y se despidieron, cada uno en su propio rumbo.

Desde entonces, el príncipe azul y la princesa no se volvieron a ver y esperan a que el tiempo haga lo suyo. No era el final que la princesa esperaba. No era el final que el príncipe esperó.
Pero ambos sabían que era el final que tenía que ser.

El problema es que, aunque ella sabe que se tiene que olvidar de él para que las cosas no empeoren, la princesa siempre sabrá que ese corazón robado por ese horrible dragón no lo tiene él, sino que le pertenece a otro ser, a un precioso príncipe tan triste como el color azul.
Porque es lo que él es, un príncipe azul.



Maafer G.

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THE FRAY - NEVERSAYNEVER


8 miaus:

galmar dijo...

Es un cuento de hadas precioso:) me ha encantado, y hasta me ha hecho llorar!! :) qué dragón más odioso!!! A mí también me enamoraría el hombre gris:))
Que linda palabra de verificación: amist...ad :)) un besote muy grandeeeeee:))

D. dijo...

hermoso.

Odio la distancia. Y la falta de tiempo.

Alexa dijo...

Que buena idea de entrada.

Emilia Inés dijo...

está muy lindo :) el príncipe gris también podría ser el mio :)

Kevin morán dijo...

Muy bonito.
SAludos!

Anónimo dijo...

Me hizo entender tantas, tantas cosas. Tu entrada me inspiró a recobrar la poca cordura que me quedaba y SUPERAR lo que se suponía que ya habría tenido que superar.

Sin palabras :')

Mercedes Sosa dijo...

gracias por sus comentarios :)

Aixa dijo...

Opino lo mismo que Alexa.

Realmente WOU.