miércoles, 15 de julio de 2009

Rostro



La niña estaba feliz. Un día de campo en familia es una distracción excelente para una pequeña hiperactiva de tan pocos años. Gracias a su extenuante ejercicio, ella sólo quería dormir, mientras apoyaba su cabeza en el regazo de su tía. Se sentía completamente segura, sin ninguna preocupación. Desafortunadamente, una voz interrumpió su lento paso al país de los sueñós.

Un hombre estaba mirando a través de un taxi. Su madre, en un tono demasiado calmado para la ocasión ,exclamó:" Ése es un ladrón. Si te encuentra algo valioso, fuiste. Te rompen la luna y estás frito."

La pequeña entró en shock. Todo sus conocimientos eran totalmente obsoletos. Ya lo había visto en las películas, si tienes un arma te salvas. Pero ella no tenía un arma, y el nerviosismo ya la había alterado al punto de que ni podría insultar al ladrón, pues sus labios temblaban. Otorgó una mirada fugaz al tipo, mientras él seguía examinando rápidamente el taxi, a espera de una cartera. Nunca jamás olvidaría ese rostro. Moreno, ojos grandes, un poco más alto que el taxi que estaba revisando y cabello al ras, joven entre 22 y 28 años.

Se quedó atontada frente a la anatomía de ese hombre hasta que su instinto de supervivencia reaccionó. De repente, el pánico la empezó a carcomer. Ese tipo sólo estaba a unos metros de su auto, con sus ocho primos y cuatro tíos estratégicamente colocados. Al solo pensar que algo podría parsarles, su mente formuló varios desenlaces paligrosos para la situación. Su experiencia realmente no la ayudaba, pues un caso similar ocurrido un año antes muy cerca de su casa hizo que comprendiera que no todo es pastel y nata. No sabía Karate ni Kung Fu, y era muy difícil atacar al ladrón con una raqueta, porque lo único que había aprendido era Tennis. Pensó en gritar como si mañana moriría para llamar la atención, y, quien sabe, algún héroe aparecería y noqueara al tipo, para luego llevarlo a la comisaría. Pero, ¿realmente alguien bajaría de su auto en medio del tráfico para defenderlos? Viendo que no tenía posibilidades, esperó. Para evitar preocupaciones mayores durante el momento del ataque, ella controló su terror, que usualmente se materializa en lágrimas y largos sollozos; sin embargo, se deprimió internamente porque no podría hacer nada...otra vez. Odiaba ese sentimiento.

Aferrada desesperadamente a su primo, gritó :"TODOS ABAJO". Milagrosamente, todos los integrantes del grupo SUB 10 en ese auto se agacharon con la preocupación de perder alguno de sus DS's, o sus familiares en una lluvia de cristales. En realidad, ellos querían ganarle a la batalla de ser un estorbo en un robo. En vez de gritar alocadamente, querían ser los héroes de la película. Esos es lo que la humanidad quiere, pero pocos logran. El tipo se acercaba. La niña se preparó para lo peor. Cerró sus ojos y se abrazó de su pobre primo, quién no creía que la pequeña lo pudiera afixiar a tan corta edad. De todas formas, ella lo hizo cuando buscando el refugio de toda la situación.

Pasaron algunos minutos. El auto se movió. No se escuchaba nada. La niña, aún asustada, decidió salir del capullo que ella misma había edificado y tratar de abrir los ojos. Todo seguía igual. Nadie se quejó. Seguía viva, tan viva como para echarse a llorar por algo que no había pasado. Tan viva como para fantasear con la idea de la muerte. Y eso fue lo que ella hizo. La adrenalina surgía de sus venas con sólo imaginar lo que pasó hace pocos minutos. Y el estrés también.

Al verla, sus primos trataron de ayudarla. Decían: "Ah, pero yo se King Fu, que es mejor que el Kung Fu, porque siempre ganas" o "Yo le tiraba la comida que compramos en el pueblo y moría" o el repetido "De un golpe lo mando al hospital, no llores". Sabía que querían consolarla. De todas formas, ella deseaba que se callaran. Su bajo optimismo y alto pesimismo influían terriblemente en esos instantes. Creía que, al igual que ella, ellos serían inútiles. Gritarían como una niñita y llorarían desconsoladamente tratando de no estorbar, pero nunca lo lograrían. La niña hiperventilaba. "Ya pasó. Mejor dicho, no pasó nada !Ni nos tocaron!", decidió intervenir su madre. Nunca había visto a su hija en tal estado. "Respira Hondo", suplicaba su tío. Ella les era indiferente. Sus preocupaciones no se centraban en su familia. Ya no. ¿Qué les pasaría a los que estaban detrás nuestro? ¿Habrían sufrido con la imposibilidad de ser inútiles? ¿Morirían?, se preguntaba. Al no encontrar respuesta y esperar lo peor, lloró otra vez.



La pequeña niña es mi metamorfosis en situaciones así. Entro en shock. Nunca pensé que yo podría ser tan cobarde ante alguien y algo que nunca pasaría. Pero no sabes como reaccionarías hasta que te sucede. Supongo que fue por proteger a los demás, pero, en fin, llorar no sirve de nada. Solo sirve para mojar los asientos del carro.

*Domina